Al aceptar su reconocimiento, el Prof. Gandhi dijo unas palabras que me parecieron muy intensas, por su significado y por lo que deben representar para los estudiantes universitarios que lo estaban escuchando: “El desarrollo económico y tecnológico no es tan crucial como el desarrollo moral y espiritual de las personas.” Algo que las personas deben entender es que el desarrollo en términos de nuevas tecnologías y aumento de capitales sólo se lleva a cabo porque hay personas honestas que lo hacen. Si estas personas no buscan ser lo más congruentes posible entre lo que piensan, lo que hacen y lo que saben que es correcto, estos cambios difícilmente serán mejoras para la sociedad en general.
Otro momento importante fue cuando el Prof. Gandhi citó a su abuelo, quien una vez dijo que la mejor manera de tomar una buena decisión es imaginarte a la persona más pobre, débil y desprotegida que hayas encontrado en tu vida. Si tu decisión hará algo para mejorar la situación de esta persona, eso es lo que debes hacer. Si tu decisión es irrelevante para la vida de esta persona, o peor aún, la perjudica, es la decisión incorrecta. Esto hace alusión al hecho de que todos estamos ligados en este mundo. Por ejemplo, la mariguana comprada por un estudiante para divertirse con sus amigos está ayudando a financiar la violencia perpetrada por los narcotraficantes en México y Sudamérica; la camiseta de algodón que alguien compró en Estados Unidos probablemente fue hecha por personas con sueldos míseros en Bangladesh o India. Al mismo tiempo, el agua que no se desperdicia en Jalisco o Sinaloa ayuda a que la Ciudad de México y Sonora tengan agua corriente más tiempo, y la persona que va al Mundial en Sudáfrica con dinero ganado por su trabajo honesto está ayudando a las economías de México, Sudáfrica y el mundo.
En palabras de Bill Clinton: “No podemos construir nuestro propio futuro sin ayudar a los demás a construir el suyo.”
Escrito por Francisco García González, LRI.
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