miércoles, 22 de septiembre de 2010

Pena de Muerte y Género: Estados Unidos e Irán

En el mejor de los casos, la pena de muerte y la discriminación de género son temas sensibles para cualquier negociación internacional. Cuando estas dos variables se mezclan, surgen situaciones que pueden analizarse desde distintos puntos de vista, ninguno de los cuales necesariamente muestra un panorama más creíble que el otro. Tal es el caso de Teresa Lewis, la primera mujer estadounidense en recibir la pena de muerte por parte del estado de Virginia desde 1912. Lewis, de 41 años, fue acusada y encontrada culpable de ser la asesina intelectual de su esposo e hijastro, ambos asesinados por amigos de Lewis en 2002. Actualmente, habiéndose acabado sus posibilidades de apelación, se espera que sea ejecutada el jueves 23 de septiembre por inyección letal. Los asesinos materiales sólo fueron condenados a cadena perpetua, lo cual se vuelve más polémico cuando se menciona que el coeficiente intelectual de Lewis es de 72, apenas unos pocos puntos por encima del rango en el que se le consideraría retrasada mental.

Al mismo tiempo, en su campaña por dañar la reputación de Irán ante la comunidad internacional, el gobierno estadounidense ha dedicado mucha energía a publicitar el caso de Sakinneh Mohammadi Ashtiani, una mujer iraní de 43 años que fue encontrada culpable de adulterio y condenada a ser apedreada hasta la muerte. Después de que Estados Unidos y otros países occidentales expresaran su horror ante tal prospecto, la sentencia de Ashtiani fue suspendida. Mientras tanto, ella se encuentra en la cárcel sin prospectos de liberación en el futuro cercano y su familia aún teme por su vida. En el ámbito internacional, Irán ha denunciado los dobles estándares de la política estadounidense, que condena la pena de muerte en un lugar pero hace lo mismo dentro de su propio territorio. Incluso han amenazado con emitir una queja formal a la comunidad internacional si la ejecución de Lewis se lleva a cabo.

Es difícil tomar en serio las declaraciones horrorizadas de los gobernantes de Estados Unidos sobre la condena de Sakinneh Ashtiani cuando, al mismo tiempo, no expresan el mismo horror ante lo que le espera a Teresa Lewis. Ambas mujeres cometieron crímenes muy diferentes, pero crímenes a fin de cuentas en sus respectivos países. Que los países occidentales como Estados Unidos consideren el asesinato como una causa justa para ejecutar a alguien no es necesariamente más correcto que la visión iraní, en la que el adulterio también amerita la pena de muerte. La pregunta no es si Ashtiani y Lewis merecen su situación actual. La verdadera pregunta es: ¿el gobierno de Estados Unidos tiene la facultad de a tomar una vida, aunque esta acción tenga sustento jurídico? Si la respuesta es sí, difícilmente puede matar a una de sus ciudadanas y criticar al gobierno de Irán por hacer lo mismo.


Escrito por Francisco García González, LRI.

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