lunes, 17 de mayo de 2010

Arizona o México

Hace unos días me topé con un artículo de un conocido diario que relataba la historia de un par de mujeres indígenas que visitaron, acompañadas de una reportera, las tiendas de un conocido centro comercial en la zona de Polanco, en la Ciudad de México. Durante su visita se vieron asediadas por las miradas desaprobatorias de guardias de seguridad, empleados y otros visitantes. Nos encontramos ante una triste realidad: la discriminación también existe en México.

Las mujeres, dos indígenas tzotziles, vestían sus trajes tradicionales de faldón y huipil que eran completamente diferentes a los artículos de lujo que se exhibían en los aparadores de las tiendas que visitaban. Además de su “inadecuada” indumentaria, las mujeres discutían en tzotzil, pues sólo una de ellas tuvo la oportunidad de aprender español. Ellas, al igual que las empleadas que las atendían, se dedican a vender prendas y textiles. La única diferencia era que su mercancía eran artículos tradicionales confeccionados en Chiapas, donde habían dejado a su familia con el fin de mejorar su calidad de vida.

En las últimas semanas se han alzado las voces de millones de mexicanos en contra de la nueva ley promulgada en el estado de Arizona, esperando detener la discriminación que existe hacia el pueblo latino en los Estados Unidos. Lo hacen con justa razón, pero muchos no se detienen a pensar que, aún dentro de sus fronteras, existe discriminación hacia los llamados “grupos marginados” que por el solo hecho de ser llamados así están siendo discriminados.

Las mujeres indígenas de las que hablamos fueron juzgadas bajo los mismos parámetros que propone la ley estadounidense tan ampliamente criticada: su color de piel, su forma de vestir, su forma de hablar. Creo, como lo he mencionado en entradas anteriores, que el cambio debe empezar desde adentro. No podemos exigir algo que no podemos dar y debemos empezar a respetar para poder exigir que nos respeten.

Escrito por Ruben Velazquez Treviño, LIN.

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