sábado, 26 de febrero de 2011
La tolerancia como camino hacia la paz.
Fue de SS El Dalai Lama, durante una transmisión en vivo de una conferencia en Stanford, donde escuché por primera vez que el problema humano básico es la falta de comprensión, mientras que este problema subsista, también subsistirán los demás problemas y si se resuelve podremos esperar días más felices.
Una forma de comprensión y de tolerancia es el diálogo interreligioso que, de mi punto de vista, es vital para el entendimiento intercultural. El diálogo interreligioso es pues la piedra angular de en la búsqueda de la paz. Me gustaría profundizar en esta afirmación, pero lo dejaré para una entrada posterior.
En las últimas semanas el mundo ha recibido un sinnúmero de noticias del Medio Oriente y el Norte de África, algunas de ellas con resultados positivos y otras tantas que aún están en progreso. Entre las últimas se encuentra el caso de Bahrein, un pequeño estado cuatro veces mayor que Washington DC, el pequeño rombo de 10 millas cuadradas, cuya población es de apenas 1.2 millones de habitantes.
Durante su visita a Monterrey hace unos pocos días, el ex Primer Ministro de la Gran Bretaña, Tony Blair, también fundador de la ‘Tony Blair Faith Foundation’ reiteró la importancia de este diálogo interreligioso, pues muchos de los conflictos que afligen al mundo hoy en día son causados de manera directa o indirecta, por las diferencias entre sistemas de creencias. Como ejemplo mencionó el caso de Egipto, pues si se hubiera tenido en cuenta el trasfondo religioso del problema, se podría haber evitado la escalada del conflicto a la escala con que lo pudimos observar en los noticieros.
Es pues un caso similar el de Bahrein, aunque un poco más fácil de tipificar, es por esto que haré uso de este caso para sustentar la idea principal de este brevísimo ensayo, el diálogo interreligioso como camino hacia la paz.
Dentro del Islam existen aproximadamente 75 corrientes diferentes, dos de las más importantes son los sunitas y los chiítas. Ambas corrientes nacen tras la muerte de Mahoma, donde tomaron caminos separados. Corriendo el riesgo de sobre simplificar estas complicadas diferencias, me voy a limitar a la estructura de su fe, pues los chiítas eligieron a un líder religioso y los sunitas consideraron que tras la muerte del último profeta, tener un líder religioso no era necesario.
Es esta pues una de las principales diferencias, que resulta importante en un país donde los chiítas representan el 70% de la población bajo una monarquía sunita. Sabemos que la lucha por un gobierno justo es importante para el pueblo, pero si logramos entender los problemas de fondo, la solución del problema se vuelve aún más sencilla. Es así que solución del conflicto en el país antes mencionado se podría limitar al diálogo interreligioso, aceptando las similitudes y razonando las diferencias entre los sistemas de creencias. Y es así también como concluyo esta aportación, reiterando la importancia del entendimiento de los diferentes sistemas de creencias en el siglo XXI.
Escrito por Rubén Velázquez Treviño LIN
lunes, 14 de febrero de 2011
Autonomía y heteronomía
Hace aproximadamente dos semanas acudí a un seminario de ética intercultural impartido por Norbert Bilbeny. De todo el contenido del seminario, que incluía información interesante y ofrecía una clara perspectiva de la ética, hubo un punto en particular que creo es importante mencionar.
Bilbeny menciono que para tener una ética intercultural hay que seguir tres principios (basándose en Immanuel Kant):
· Reversabilidad
· Reciprocidad
· Reflexividad
En el segundo punto, Bilbeny mencionó que es importante que nos desarrollemos como personas autónomas y heterónomas al mismo tiempo.
La autonomía moral es el regirse por normas internas y tomar en cuenta la buena voluntad, mientas que la heteronomía es regirse por normas externas. Bilbeny aseguro que estos dos conceptos no deberían ser suplementos, sino complementos en una persona.
Es cierto que los seres humanos tenemos libre albedrío y que debemos de poder ser capaces de ejercerlo, sin embargo, igual de cierto es que vivimos en una sociedad. Por más que se quiera, nuestras acciones afectan a personas ajenas, por lo tanto: ¿No sería adecuado tomar en cuenta las reglas de las demás personas también?
Más allá de las aplicaciones que este concepto de personas autónomas y heterónomas puede ofrecer a la ética y la moral, éste concepto tiene el potencial para extenderse a la mayoría de los aspectos que nacen de vivir en sociedad.
Muchos problemas actuales nacen de la excesiva autonomía que una persona ejerce, o de la heteronomía tan estricta que los gobiernos pretenden lograr. Es importante lograr un balance entre estas dos, un balance que brinde libertad sin perjudicar a otra persona, un balance que permite la convivencia de uno con el otro.
Escrito por Mirna Elizabeth García Torres, LEM.