En la mitología griega, Ares, dios de la guerra con una cierta fascinación por la sangre, engendró varios hijos, de entre ellos destacan dos: Fobos, dios del miedo y Deimos, dios del terror.
Así como Ares, el hombre, a través de las armas, ha engendrado dos fuerzas: el miedo y el terror, que durante mucho tiempo han sido utilizadas como medio para alcanzar el poder a expensas de la población.
De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, el terrorismo es una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. En la resolución 1566 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas encontramos que cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a un no combatiente cuando el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar una acción o abstenerse de hacerla es considerado terrorismo.
En estos últimos días hemos visto una serie de tragedias pasar ante nuestros ojos: el asesinato de dos estudiantes en México, atentados suicidas en Rusia, autos bomba en Chile, el perpetuo conflicto en Gaza y muchos conflictos que la mirada cautiva del mundo no puede más que admirar y penar.
Ha llegado el tiempo de actuar, de opinar, de ser escuchados. No hablo de una revuelta social, sino de una revolución intelectual que nos lleve a un camino firme contra la violencia. Así terminaremos la ola de terror que acecha al planeta.
Así como Ares, el hombre, a través de las armas, ha engendrado dos fuerzas: el miedo y el terror, que durante mucho tiempo han sido utilizadas como medio para alcanzar el poder a expensas de la población.
De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, el terrorismo es una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. En la resolución 1566 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas encontramos que cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a un no combatiente cuando el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar una acción o abstenerse de hacerla es considerado terrorismo.
En estos últimos días hemos visto una serie de tragedias pasar ante nuestros ojos: el asesinato de dos estudiantes en México, atentados suicidas en Rusia, autos bomba en Chile, el perpetuo conflicto en Gaza y muchos conflictos que la mirada cautiva del mundo no puede más que admirar y penar.
Ha llegado el tiempo de actuar, de opinar, de ser escuchados. No hablo de una revuelta social, sino de una revolución intelectual que nos lleve a un camino firme contra la violencia. Así terminaremos la ola de terror que acecha al planeta.
Escrito por Rubén Velázquez Treviño, LIN.